Laura Cevallos     
@cevalloslaura

Cómo quieren los opositores que los tomemos en serio, cuando aseguran que Calderón no sabía, que es inocente y que ignorar todas las fechorías de Genaro García Luna antes de ser el súper policía, no lo hace precisamente malo; en todo caso, el malo es Genaro.

Y luego salen con la pifia de que a México le iba superbién con un Presidente de mano dura, que no temiera responder bélicamente contra los enemigos del pueblo, que eran los grupos del crimen organizado que tradicionalmente se habían mantenido haciendo sus negocios al cobijo de la mirada obsequiosa desde Los Pinos, siempre y cuando se mantuvieran alejados de la población civil.

La pobre de Margarita, que ahora está sola y campeando todos los ataques que desde México se escriben hacia la pésima gestión del usurpador, parece padecer de la misma amnesia que a Felipe le causa cada acto que se le reclama con justicia para que responda como mandatario que fue, por los delitos cometidos con exceso, si cabe así decirlo, por las autoridades comandadas por el ejecutivo y por el brazo armado de los cuerpos de investigación, policíacos, ministeriales y fuerzas castrenses.

Calderón es inocente, dijo con vehemencia una mujer a la que le preguntaron la razón de su presencia en la marcha del domingo 26 de febrero, y el malo es García Luna. Pero millones opinamos justo lo contrario: que Calderón es tan culpable o más que el propio Genaro, porque él era su jefe, el comandante supremo de las fuerzas armadas, el representante de la máxima magistratura, el jefe de todos los secretarios de estado, responsable de la administración pública federal y, si con todos esos títulos nobiliarios no nos cae el veinte de que su responsabilidad era absoluta así como el control que debía tener sobre sus secretarios de estado, entonces los que estamos mal somos nosotros.

En el juicio contra Genaro García Luna en Brooklyn, Nueva York, el abogado César de Castro quien ya sabemos no fue pagado directamente por el acusado, y a pesar de su reputación de super abogado la única victoria que obtuvo fue no permitir que el dinero de Genaro García Luna obtenido después de 2012, durante el sexenio de Peña Nieto, con el que hizo negocios jugosísimos sobre espionaje, y como producto de sus nexos y relaciones con mafias y cárteles, e indirectamente protegiendo también a los contactos que en Estados Unidos operaban como cómplices de García Luna al mismo nivel de poder que él que ostentaba el secretario de seguridad pública. Nadie con 2 dedos de frente puede tragarse el cuento de que esos negocios sólo los entendió con narcotraficantes de poca monta, y sabemos que un secretario prepotente como Genaro no se iba a rebajar hablar con segundones, siendo que ya había estrechado la mano de Hillary Clinton o Barack Obama. O sea, ya había nivel y no iba a rebajarse con empleados para hacer tratos.

Ese abogado intentó deslizar la calumnia de que los narcotraficantes habían pagado para que López Obrador hiciera campaña durante su supuesta contienda contra Vicente Fox, pero no solo obtuvo una negativa sino además, fue reconvenido por el juez para que no intentara aleccionar al testigo, gracias a una moción de la Fiscalía.

Sin embargo esa fue la mácula de la que el brillante Carlos Loret de Mola y otros periodistas y medios vendidos, supusieran que el juicio de García Luna permite poner a México y al Presidente actual bajo el escrutinio de un jurado que estaba deliberando sobre la culpabilidad de un probado delincuente que se hizo del poder con argucias y abusos. En contraste, el abogado nada dijo sobre los nexos de García Luna con los presidentes Calderón, Fox o Zedillo y con los jefes con los que fue formando su carrera de policía perjudicial.

Y empieza la pasarela de los deslindes. Aunque a los últimos que veremos retractarse de las férrea defensa que hicieron a favor de Calderón y por ende, de Genaro, serán a los propios periodistas que escribieron kilómetros de letras justificando que Calderón es lo mejor que nos ha pasado jamás, que García Luna es buena persona y que nunca se imaginaron las malas mañas que tenía, a pesar de los muchos testigos que han demostrado haberle advertido de la maldad, conforme se acerque junio y el juez Cogan emita su sentencia, seguramente no quedará ninguno que siga frenteando a favor de García Luna y serán cada vez menos las ridículas defensas que se publiquen. Pero por lo que toca a la política, ya empezamos a ver que hay políticos que se escalofrían al escuchar que García Luna fue parte de sus filas, ¡y les da fiebre de pensar que lo tuvieron sentado a su lado!

Fue el propio Marko Cortés quien ya emitió la postura del PAN, donde jura que, si por alguna mala circunstancia del destino tuvo contacto con el acusado, fue mera coincidencia, y Santiago Creel, que si fue encontrado que es culpable es porque tiene la culpa su genética priísta con la que se coló a los gobiernos del inocente de Fox y el ignorante Calderón, ¡pero que no es porque estos personajes hayan propiciado la corrupción o se hayan mezclado deliberadamente con esos delincuentes! Ajá, y nosotros les creemos…

Algo mas piors: un expresidente del PAN en tiempos de Calderón, Germán Martínez, siente que el juicio en Nueva York fue mejor idea que celebrarlo aquí, pues dice que la Fiscalía General de la República no tiene talento para un asunto de este tipo y es más, que si resultara que hay más implicados de alto nivel, que se investigue y se juzgue a quien sea responsable, incluido a Felipillo (pero allá). Otro expresidente panista, Manuel Espino, también se decanta por enjuiciar a Calderón porque asegura que en 2008, él mismo había prevenido al entonces presidente por los vínculos criminales que presuntamente tenía García Luna y que Felipe Calderón, de manera unipersonal, omitió y continuó respaldando las tareas de su secretario de seguridad pública.

En una entrevista para Milenio, Espino recordó que en un congreso continental, celebrado en Bogotá, donde se negociaban acciones que disminuyeran la violencia e inseguridad, luego de una reunión privada con jefes y exjefes de Estado, tanto el entonces ministro de Colombia y el expresidente de Aruba hicieron comentarios sobre “los presuntos nexos de García Luna” y querían comprobar que cierta información confidencial que se enviaba a México, vía la Secretaría de Seguridad, llegaba a manos de la delincuencia organizada. Cuando Espino se lo comunicó a Calderón “se enojó y dijo que era pura grilla”. Este carácter irascible de Felipe venía desde sus primeros años en el PAN, antes de ser alguien, cuando no tenía poder. Luego, como presidente, su capricho de sostener una guerra, comandada con su fiel escudero, no podía ser desmembrada por las advertencias de sus correligionarios, las sospechas de complicidad con grupos del narco de otros presidentes o el reclamo generalizado de un pueblo convertido en víctima de esta sed de sangre de los dos.

Desde algún lugar del mundo, Felipe invitó a defender al instituto que le reconoció un triunfo que no tuvo, para defender al voto (al que no respeta), e indirectamente para mostrar el apoyo que le sigue dando a Genaro García Luna hasta en tanto éste no tengan la genial ocurrencia de confesar lo que sabe para disminuir su sentencia.

Felipe está de fiesta. Fue al cumpleaños 70 de Aznar, su mecenas en España, con la tranquilidad que le brinda la no extradición, en caso que se solicitara por el gobierno mexicano y se quisiera traer al ex Presidente “haiga-sido-como-haiga- sido” para que rindiera cuentas como lo prometió en un programa con Loret de Mola hace algún tiempo.

Para que no le falte foro, el Presidente López Obrador lo convidó a ir a Palacio Nacional, para que desde la mañanera haga las aclaraciones que requiera y es más, ofreció que no haya preguntas que le incomoden, con tal de que se apersone y nos diga finalmente si #FelipeSíSabía.

La marcha fue, de parte de los convocantes, el acto de provocación con el que le dicen al gobierno que no tienen miedo porque tienen al árbitro de su lado y que en las urnas se saben protegidos cuando se celebren con fraudes o delitos electorales; de parte de la ciudadanía acudieron engañados por una autoridad que les infundió miedo sobre cosas que no están ni esbozadas en la legislación recién aprobada y que sólo tiene como finalidad acrecentar el odio que le tienen al Presidente y al proyecto de la cuarta transformación.

Una cosa debemos entender de todo esto: cuando a Felipe sí le toque, habrá llegado el inicio de la #Justicia en México. Con él no sólo se juzgará el desempeño de un Presidente genocida con sentencias pendientes de dictarse en la Corte Penal Internacional o en la Corte Interamericana de Derechos Humanos, sino la actuación cómplice de su segundo al mando en materia de seguridad; la miseria asociada a la violencia que se desató en cientos de ciudades abatidas por el crimen organizado; la descomposición de los sistemas públicos de vivienda, salud, educación, seguridad pública, agua potable y los que se quieran sumar.

Sí, Calderón y toda su administración es responsable y directamente culpable de lo que se vive en México por la descomposición que generó la más perversa gestión que nos ha tocado padecer.

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